domingo, 19 de enero de 2025

Este dolor no es mio (Mark Wolynn)

Este es de esos libros con historia, no pensé nunca leer algo así. Hace un par de meses atrás se me ocurrió la idea de hacer un cambio en mi cabello, contacté a una vecina que hacía tinturados en su domicilio. Algo nerviosa acudí, no me gustan esos tratamientos que duran como 3 horas. La sufro porque no hablo nada y siempre pienso que las chicas que hacen esas cosas deben pensar que soy super fome, jaja. Me ha pasado con las uñas, pelo, pestañas, en fin. Pero mi vecina fue muy acogedora y tenía más facilidad de hablar que yo. Conocí algo de su historia, lo cual agradezco. Hoy en día, pocas personas se atreven a abrir un poco de ellos mismos para los demás. Las 3 horas se me pasaron volando, hablamos de varias cosas, entre ellas de las constelaciones familiares, y aunque yo tengo cierta reticencia a esos sistemas, jamás me cierro a escuchar; siempre hay algo que te puede aportar. Ahí fue cuando me recomendó ver la serie Mi otra yo, y bueno, creo que este era uno de los libros que aparecía en la serie. Lo fui a comprar a una librería en el centro antes de Navidad, compré dos, y lo curioso es que el libro ha mutado su dueño. No sé quién se quedará con él...

El libro viene a mostrarnos con evidencia científica el origen de los traumas. Si resumimos la obra, eso es: un libro que busca identificar y resolver los traumas. De hecho, podrías quedarte con el subtítulo y listo, eso es todo, jaja. Como crítica, esto puede ser algo que me pasó a mí, pero sentí que iba de más a menos. Comenzó súper potente, con historias y datos biológicos para enganchar, pero ya en las últimas páginas era como más de lo mismo. Me pareció como si el autor hubiera querido estirar el chicle demasiado para poder llegar a un número de páginas. Sin embargo, esta sensación, que además es personal, puede no tener asidero con la realidad. Tampoco considero que esta sensación deba opacar las lecciones aprendidas.

Un libro que me llevo a experimentar con resultados , para mi , impresionantes. 

Volviendo a lo esencial, en el capítulo 2 del libro, al iniciarlo, nos encontramos con esta frase que a mí me hizo plot twist, jaja: "En tu forma biológica más temprana, la de óvulo no fertilizado, ya estás compartiendo un entorno celular con tu madre y con tu abuela". Esto quiere decir que cuando mi abuela estaba embarazada de mi mamá, ya estaba presente en los ovarios de mi madre, yo, es decir, la célula precursora del óvulo del cual yo resulté muchos años después. Esta idea aparece en los libros de embriología. Yo no soy especialista en el área, así que no lo sabía. Tampoco sabía de la epigenética, un campo de investigación que estudia los cambios heredables de la función genética que se producen sin cambios en la secuencia del ADN. Medio enredado eso, pero es lo que decía. De esta parte, lo que recuerdo es que el ADN cromosómico, hasta hace poco, se creía que era capaz de transmitir la herencia genética. Ahora, con años de estudios, los científicos entienden mejor el ADN. Una parte, que corresponde a apenas el 2%, es el ADN cromosómico, responsable de transmitir rasgos físicos como el color de cabello, ojos, piel, etc. El otro 98% es el ADN no codificante, que se creía inservible, pero es el responsable, se sabe hoy en día, de la transmisión de rasgos emocionales como la conducta y la personalidad. Existen unas señales químicas en las células, también llamadas etiquetas epigenéticas, que hacen que se active o no un gen, lo que marca diferencias, por ejemplo, en la forma en que regulamos el estrés en etapas posteriores de la vida. Ante esto, los científicos creían que los efectos del estrés quedaban borrados en las células precursoras de los óvulos y espermatozoides, antes de que pudiera afectar a la generación siguiente. Pero gracias a estas etiquetas y otras moléculas, podemos heredar un trauma originado hasta dos generaciones antes que nosotros. Esto, en términos simples. El libro lo explica con otras palabras más científicas.

A lo largo del libro se va desarrollando la idea de que todo lo que no se dice, se transmite. Hay una serie de estudios que ejemplifican, por ejemplo, que hijos de personas que estuvieron en acontecimientos de mucha violencia y caos también presentaban los mismos síntomas que sus padres, aún sin haber estado presentes. Hay un estudio que se hizo a unos ratones; los sometieron a estrés y luego analizaron a sus crías, quienes, ante los mismos estímulos, respondían como si hubieran sido sometidos al mismo estrés que sus madres. En lo personal, siento que, gracias a estos fragmentos que hacen del libro un contenido serio, se explica o tienen mayor credibilidad los testimonios que luego se ofrecen para ejemplificar lo que la ciencia ha descubierto. Estos estudios nos dan una ventana donde podemos asomarnos a ver los efectos que el estrés heredado puede ejercer sobre nuestras vidas. Hay estudios que nos hablan del estrés en el embarazo, por ejemplo, de cómo afectaba en los nacimientos prematuros y de cómo este tiene un efecto acumulativo a lo largo de las generaciones.

Ahora, recordando algunos casos, creo que el que más me impactó, el más célebre para mí, fue el de un chico de 19 años que acudió a la consulta. Aparentaba unos diez años más; sus ojeras y su semblante hablaban de alguien que no ha descansado, y en efecto, llevaba semanas sin dormir. El terapeuta le pregunta qué siente, y él dice que siente que se va a morir si duerme. Además, a esta sensación le añade que siente mucho frío; se abriga, pero pareciera no desaparecer la baja térmica. Ahondando en la historia familiar (él lo desconocía; al hablar con la mamá, creo que fue que se enteró), se entera de un tío, hermano de su madre, que murió congelado a la edad de 19 años mientras trabajaba. Cuando lo encontraron, lo vieron como si estuviera luchando por su vida. Entonces, se hace la conexión con este acontecimiento, y desde ahí comienza a sanar. No es automático en todos los casos, no es como que, "¡Oh!, sabes que coincides con algún miembro de la familia en tu historia y entonces el problema se resuelve", esto no pasa así como por arte de magia. Pero sí ayuda a entender de dónde proviene el trauma que nos aqueja, aquellos traumas que parecieran no tener ni pies ni cabeza, ni fundamento, como si no fueran tuyos. Yo misma me he sentido así, pero en eso profundizaré más adelante. Finalmente, ¿un trauma siempre es un poco eso, o no? Es algo paralizante que pareciera no tener sentido alguno. No es fácil salir de ese estado mental que te aturde e impide avanzar.

Avanzando en esa misma línea, el libro nos dice que hay dos tipos de memoria. Esta parte me gustó porque me sirvió para ampliar mi vocabulario y nivel de argumentación. Hace poco vi un video donde unos padres le mostraban el mar a su bebé, de no sé, unos 5 meses. Era pequeño, apenas si se podía sostener por sí mismo sentado. Y un brillante comentarista escribió: "Pero no recordará nada". Me dieron ganas de decirle que hay cosas que uno igual recuerda, como los traumas, por ejemplo.

Bueno, hay una parte donde esto se aclara, poniendo de manifiesto que hay dos memorias. Una es la memoria consciente, o declarativa, explícita o narrativa, que es la que nos permite traer recuerdos en forma de datos o sucesos. Hace uso del lenguaje para guardarla; si podemos poner los hechos del pasado en palabras, estamos ante esta memoria. Me imagino, por ejemplo, recordar una vez que fui a la playa con mi familia, etc.

Y está luego la memoria no declarativa, también llamada implícita, sensoriomotriz o procedimental, que funciona sin evocación consciente. No es tan fácil poner en palabras cómo se da con el otro tipo de memoria.. Por ejemplo, andar en bicicleta: cuando te subes, sabes que sabes andar y simplemente andas, no tienes que recordar conscientemente cómo aprendiste. Probablemente nadie se acuerda exactamente del día que aprendió. Yo no recuerdo el día que aprendí, aunque sí recuerdo uno que otro porrazo. No tenemos que analizar el proceso.

Bueno, con este ejemplo, el libro nos dice que a veces no es tan fácil describir con palabras este tipo de "recuerdos".

Entonces, ¿Cómo reconocer o conocer el origen de los traumas? Parece que la respuesta está siempre más cerca de lo que pensamos, en nuestras palabras o frases nucleares. ¿Te ha pasado que describes una sensación o lo que te provoca un acontecimiento en particular, y te parece que esas palabras no provinieran de ti? O incluso, como me ha pasado, sonar un poco exagerada. Bueno, es aquí donde se tiene que prestar atención a lo que se dice... "me siento ahogado", "siento que debería morir".

En mi caso, hay situaciones que me angustian y, si analizo, lo primero que se me viene a la mente es: "no voy a ser capaz, no serviré", "no me podré valer por mí misma". Estas palabras me han acompañado durante muchos años. Mi sorpresa fue mayor al descubrir, conversando con mi padre , que él también cargaba con estas mismas palabras. ¿Y por qué sería tan importante no servir o no valerme por mí misma?. Aun no sabemos a quien pertenece este mantra , pero ayuda saber que no es mío.

Bueno, no siempre se tiene la posibilidad de preguntarles a los padres o abuelos, pero el libro plantea, mediante varios ejemplos, que esas emociones pertenecen a alguien más, alguien que podría remontarse hasta dos generaciones atrás. Y más si fue un hecho que nunca se habló en la familia. Todas esas cosas que se creen enterradas u olvidadas salen a la luz o a flote, brotando en forma de trauma.



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