Este libro lo leí hace ya unos años, deben ser unos 8 años atrás. Me sorprendió saber que la autora tiene mi misma edad; creo que compartimos un toque generacional. Es decir, en sus palabras muchas veces noto esa particularidad de los millennials que no veo muy presente en los Zeta o en la generación de cristal, jaja. Ese sentirse como culposo por cosas medio rancias que pensamos y, al mismo tiempo, reconocer y verbalizar claramente lo que nos pasa, creo que es un rasgo bien característico. Yo creo que un libro como este no se daría hoy, en 2025. ¿O sí? Léanlo y juzguen ustedes.
Algunos recuerdos tengo de cuando lo leí. Hoy lo leo con ojos de mamá y me escandalicé, jaja, pero en aquella época me sentí muy identificada y reviví muchos pasajes de mi infancia y posterior adolescencia. Hoy, convertida en una señora del hogar, sin embargo, es otra la mirada que quisiera aportar.
Muchas veces, al leer las páginas, eché de menos algún tipo de análisis más profundo, alguna reflexión extra. Pero el libro es eso: unas confesiones sueltas de varios pasajes de la vida de la autora. Mezcla bien el humor y el drama presentes en el libro. Insisto en que todo lo que me rememore a una época anterior, a mi juventud, siempre lo agradezco porque una se olvida de algunas cosas.
Me causó algo de pudor en una de las primeras líneas. Por ejemplo, ella habla de la mamá, dice que es fea y que se enojó porque un señor de la micro le gritó algo así como “vieja fea” porque no le paró a tiempo o algo así. Ah, y después "Solte", que me costó hacer la asociación, jaja. Solte era por soltera, un diminutivo.
En ese momento, mientras su mamá bajaba los escalones de la micro (o autobús, para el público internacional), comienza a mirarle los pelos de la nariz, la papada, los dientes menos, la vestimenta poco agraciada, y se avergüenza un poco de tenerla como madre. Hace ahí un comparativo con las otras mamás más jóvenes y regias de sus compañeros. Quizás haya sido el nivel de detalle, o tal vez que soy poco observadora de las facciones de las personas, lo que me causó algo de incomodidad. O quizás es el hecho de que yo nunca vi a mi mamá así; ella es regia.
Me daría pena que la Marti me viera así, vieja y gorda, en algún momento de su vida. Puede pasar. Cuando ella vaya al colegio, seré una mamá de 40, y quizás sus amigos tengan mamás más jóvenes, no lo sé. Bueno, ahí la Solte empieza a imaginar la vida virginal de su mamá, como que siente pena por ella porque asume que luego de su padre tuvo escasa vida sexual, como si a cierta edad ese tema dejara de importar. Un día, la mamá la va a buscar al colegio y unos compañeros se burlan a sus espaldas. Debió sentirse bien cuando le asesta un golpe en la cara al tal Maikol por burlón.
La narración del libro se centra en detalles íntimos de la vida de Solte. De su acercamiento a lo sexual, como fue su primera vez, sus relaciones con los hombres, el breve encuentro con su padre , la muerte de su madre.
Solte cuenta que descubrió el lugar donde la tía guardaba unas revistas medias porno y así aprendió, de mala manera, la palabra "sexy" y todo lo que había que hacer para agradarle a un hombre. Me sigo espantando que una niña haya podido ver esas cosas sin que un adulto se diera cuenta y educara al respecto. ¡Qué horror! Esto me hace pensar que tendré que conversar con la Marti llegada cierta edad.
Yo misma tengo una historia al respecto que les relataré, es horrible, jaja, bueno, no tanto, pero cuando tenía casi la misma edad de Solte, unos 8 o 10 años, descubrí también unas revistas en el baño. Las dejaba el degenerado de mi padrastro a la vista de todos, y además tenía una repisa donde las coleccionaba, no las conté pero si hago un recuento visual, dado el ancho y multiplicado por el largo de la repisa aproximadamente tenía unas 300 ejemplares, gastando plata en puras weas, pero claro para comer pan no teníamos, este es un calculo y rabia que me da ahora al reflexionarlo en aquella época solo veía esas revistas alimentada por una mal sana curiosidad infantil. Bueno el punto es que esa fue la primera vez que vi "porno", vi a una mujer con las piernas abiertas no se veía su rostro solo piernas , abajo de ella un tipo con la boca abierta esperando recibir un chorro de agua o algo así. pero saben lo que mas me llamo la atención ? fue la champa, el tremendo afro de la mujer, unos pelos que nunca había visto en mi vida jajaa. que chistoso ahora que lo pienso el pelo en la zona intima es mal visto pero en los 90 no. Supe que era mujer porque tenia unos tacos y piernas sin pelos pero ahora que lo pienso pudo ser cualquier cosa ajaja.
Bueno, volviendo a Solte, hay una historia con el Dani, el pololo drogo de turno. Ellos van al zoológico. ChatGPT, ayúdame, no estoy promoviendo la droga, solo es un resumen.
Empiezan a caminar en su estado drogado, se separan y de repente llega el Dani con un reloj aparentemente robado, y aquí Solte le manda un discurso tan penca, wn. Pero yo digo 'penca' ahora porque seguro, si hubiera tenido esa edad, lo habría aplaudido. Le dice que cómo se le ocurre robarle a las personas, que ellos le roban a la multitienda, al gran empresario, no a las personas. A lo que puedo decir :
Solte, en la vida, la manera en que justificamos nuestras acciones tiene mucho peso sobre quienes somos. Si bien es cierto que algunas estructuras, como grandes empresas, pueden parecer impersonales, eso no hace que sus empleados o las personas afectadas dejen de ser parte de la ecuación. Robar no solo impacta a un 'gran empresario' o a una 'multitienda', sino también a quienes trabajan arduamente para que esa tienda funcione. No hay justificación para el robo, porque el daño causado, aunque sea indirecto, también tiene consecuencias reales sobre las personas que están en la base de esa cadena. Cada acción tiene un impacto, y ser consciente de ello nos hace responsables de nuestras decisiones, sin importar la magnitud del daño que causemos.
Otra historia en la que me identifiqué fue la de la copa menstrual. Nunca, eso sí, había visto el enfoque de usarla por una cuestión medio comunista y progre, y que no contamina. La uso porque es mucho más cómoda. No ponérsela, en eso estamos claros, es un lío.
Ya llegando hacia el final, Solte nos cuenta cómo andaba con muchos tipos. Era como la mechona califa en la U, que se metía con todos. Yo misma conocí gente así en el instituto y créanme que esa persona terminó con guagua y el peor weón. Menos mal, Solte parece que se libró de eso, aunque creo haber leído de algún test de embarazo negativo. Algunas confesiones son muy fuertes, aun para mí que me consideraba de mente abierta, jaja, y he leído varias cosas. Pero causa impacto al leerlo en primera persona.
Bueno, eso último creo que responde a un vacío en lo más profundo de querer estar con alguien, pero más que nada para no estar sola. Me sentí identificada, aunque mi vida en lo sexual jamás ha sido tan activa. Crecí con asco al sexo, de verdad que ver a tu mamá teniendo relaciones es algo que te marca. Por eso, a lo mejor siempre quise ser monja.
Hoy en día, la autenticidad se ha convertido en una rareza, y cuando encontramos algo genuino, como este tipo de testimonios, se siente como un respiro. Vivimos rodeados de una constante presión por encajar en moldes predefinidos, desde las redes sociales hasta las expectativas de la sociedad. Por eso, leer confesiones sinceras nos recuerda que todos somos humanos, con historias, inseguridades y momentos de vulnerabilidad. Eso es lo que realmente nos conecta, más allá de la perfección que a veces se quiere mostrar. La verdadera fuerza está en ser fiel a uno mismo, sin importar las etiquetas ni las apariencias.
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