Este libro nos presenta en un formato de entrevista a dos de, yo diría, las más importantes convencionales que participaron en el intento de refundar Chile con una constitución indigenista, separatista, estatista, estupidista y todo lo malo que le podamos atribuir. No me queda más que agradecer a estas mujeres por su labor en la convención, por desmascarar y poner en evidencia el circo en el que se convirtió. Más de alguno debe recordar las sesiones donde había constituyentes que se estaban bañando o el caso de Rojas Vade, quien inventó que tenía cáncer. Yo no sé en qué estaban los chilenos cuando llevan a participar a personas como la tía Pikachu, una señora que en las protestas de octubre andaba disfrazada de Pikachu, o a la Linconao, que además fue presidenta. A veces miro hacia atrás y digo: uf, de la que nos salvamos.
Para ser sincera, me pareció un poco tedioso leer este libro, no por su contenido, sino por la forma en que se dispuso. El formato entrevista no me resultó atractivo, pero de igual manera creo que hay varias cosas que rescatar.
Primero, tener en cuenta cómo ellas llaman el circo y locura que reinó durante lo que fue el periodo de la convención, un clima donde no había respeto por las ideas contrarias a la izquierda más extrema, donde reinó el victimismo, la deshonestidad, el interés por asegurar escaños reservados, es decir, poder y dinero. Una vergüenza, teniendo en cuenta los millones que les costó a todos nosotros financiar tamaña estupidez.
Con respecto al tema de la victimización, Teresa Marinovic dice algo que me gustó mucho: "no puede ser que alguien exija reparación por un hecho que no sufrió en términos personales, a quien ningún daño le causó". Si bien esta frase parece cuando está hablando del feminismo y los victimarios, encuentro que la podemos relacionar más aún con el reconocimiento de la deuda histórica con el pueblo nación mapuche (léase en tono de burla). Es impresionante cómo la impresión da pie a que luego nos veamos en un escenario donde todo esté permitido. Porque claro, se reconoce una deuda, pero ¿qué deuda? ¿De cuánto estamos hablando? ¿Qué servicio? ¿Qué territorios? Y ¿a quiénes les corresponde? De eso no hay nada, solo el reconocimiento de que se debe, y como digo, eso puede dar pie para que luego cualquiera pueda venir y hacer efectivo el cumplimiento porque así lo establece el texto.
También hace alusión a que los movimientos de izquierda siempre buscan provecho personal a costa del dolor ajeno. Esto lo he escrito antes, pero es bueno resaltarlo: para no ponerme partidista, hay un sector que parece cómodo con el abuso de las mujeres. Si les sirves de víctima, superbién, pero no busca reparar, sanar ni dar paz y tranquilidad a las mujeres que han sido abusadas; busca aprovecharse de ellas para tener un voto más, para hacerse finalmente del poder.
La constitución que nos quería hacer firmar tenía fuertes inclinaciones estatistas. Y la verdad no sé cómo hay gente que aún piensa que estatizando todo vamos a estar mejor. No es que defienda el sector privado, pero díganme ustedes, al menos acá en Chile, ¿Cuántas instituciones ligadas al estado funcionan bien? Y las privadas, es cosa de un breve análisis para darse cuenta. Entonces, ¿por qué insistir en entregarle nuestras pensiones, la educación de nuestros hijos, el derecho a elegir incluso sobre nuestra salud al estado? ¿No es suficiente con el ejemplo de otros países? Tanto que les gusta mencionar a China, ¿saben cómo viven en Taiwán y el precio excesivo que deben pagar por una vivienda propia? Porque eso es lo otro, como el comunismo no cree en la propiedad privada, se nos quería engañar con el concepto de acceso a la propiedad. Una casa es clara mas estado = mas aprovechamiento político, la constitución que pretendía ser aprobada era una carta para que el gobernante de turno pudiera verse beneficiado a costa de los mismo de siempre. Porque los que están en el poder siempre ganan, la gente no.
En el primer borrador de la nueva Constitución chilena, se establece que el derecho a la vivienda implica que cada persona tiene derecho a una "vivienda adecuada". Sin embargo, la propiedad de dicha vivienda no se especifica de manera explícita como un derecho a la propiedad privada. El enfoque parece estar más en garantizar el acceso a una vivienda digna y adecuada, independientemente de si esta es de propiedad privada o social. Esto deja espacio a la ambigüedad. Como mencionaba antes, no se establecen claramente esas características, dando pie a interpretaciones engañosas. De hecho, Rocío cuenta que su sector proponía que la vivienda fuera privada, pero era rechazada por los constituyentes de izquierda.
Es impresionante cómo cito: "una minoría convencida arrastra a una mayoría incauta". Y esto, en términos personales, también me pasó a mí. También fui parte de las marchas post 18 de octubre, pidiendo cosas que, la verdad, ni siquiera a mí me faltaban. Poco consciente fui del desastre que estaba quedando solo por seguir a la masa y a la mala calidad de amigos que tenía en esa época. Por suerte, me decidí de ellos. Tal como lo dice o deja ver en el libro de insurrectos comentado también, basto que la derecha poco convencida de sus valores, una derecha temerosa y quizás también una centro izquierda le diera en bandeja el país a una izquierda más radical, con el fin, como ya sabemos, de hacerse con más poder, y metiéndose en el bolsillo los problemas de la gente. Siguen despilfarrando. Desconozco si al momento de escribir el texto ya estaban en marcha o era de conocimiento público, por ejemplo, el programa de acompañamiento a la transexualidad de los niños de 3 años. Todos sabemos lo que vimos después, aun con el rechazo de este texto funesto y el que vino después, y de la baja aprobación del presidente Boric.
Hay una reflexión de Rocío que dice que si la gente estudiara más, si leyera más, no pasarían estas cosas. La gente vota desinformada, la gente no lee. Pareciera que se aferra a ese típico dicho que dicen algunos de que "igual voy a tener que trabajar", no importa el político de turno. Pero sí importa las políticas. Si la gente entendiera que es con su plata con la que se hace despilfarro. El estado tiene dinero por nosotros los contribuyentes que somos todos. Cuando compras el pan, tú pagas impuestos. Entonces, pareciera que lo que es de todos no es de nadie. Todos aportamos al país, algunos en mayor o menor medida, pero si la gente entendiera que la plata viene de su bolsillo, harían algo más, al menos podrían estar mejor informados. Por ahí hacen una analogía: si tú tienes un hijo y le das plata de alguna forma, igual supervisas que no la vaya a malgastar. Porque mal que mal es plata de tu esfuerzo. A mí sí me duele que parte de mi plata vaya a pagarle a un patán de comida, aun preso. Por mí que los maten a todos y nos dejen de cobrar, si nos cobran las balas, lo pago. Ahora, no se vayan a poner patudos y cobrarnos la sepultura, al foso común nomás. O que os entierren las familias en sus mausoleos narcos.
Otra cosa que mencionan harto en el libro es que la constitución pretendía crear otra justicia aparte, pero al mismo nivel de la ordinaria para los indígenas... ¿por qué? Si todos deberíamos ser tratados bajo la misma ley. ¿Por qué el ser indígena te debería situar bajo un tipo de justicia distinta a la de los demás? ¿Es menos malo ser indígena que ser un simple chileno? Recuerdo en el proceso cómo se burlaban de los símbolos patrios, de nuestro himno. ¿Se acuerdan del travesti que sacó una bandera del ano?
Valoro profundamente la convicción de ambas mujeres. No sé si hubo más convencionales, pero ellas decidieron donar el sueldo de la convención por un sentido de la justicia que encuentro loable.
Mujeres que son un verdadero ejemplo a seguir: mujeres valientes, firmes en sus ideas. Con argumentos sólidos, fueron capaces de defender a todos los chilenos de una constitución que nos iba a dejar a las puertas del infierno. A estas mujeres les debemos mucho y ojalá pasen a la historia como las salvadoras de Chile. Porque, aunque estoy segura de que no nos encontramos en un escenario favorable bajo ningún punto de vista, pudo ser peor; siempre puede ser peor. No sé qué hubiera sido de todos nosotros si esa constitución hubiera salido aprobada. He dicho.
Ambas autoras parecen tener un enfoque crítico hacia la Convención, subrayando la percepción de un "circo" en el que las decisiones se tomaron en un ambiente de desinformación y falta de respeto por la pluralidad de ideas. Esto resonó en muchos chilenos que sintieron que se les impusieron decisiones sin un verdadero debate. La obra refleja un descontento hacia los extremos de la izquierda y cómo eso afectó el proceso de redacción constitucional. También habla un poco de cómo ellas fueron afectadas en el proceso, donde no se tomó en cuenta ninguna de sus propuestas; todas fueron rechazadas, propuestas que iban en pos de unir a los chilenos y no separarnos, como hoy en día estamos.
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